Alguien dijo una vez que los recuerdos son como las balas. Que se te
incrustan en el corazón y lo hacen sangrar hasta que la herida sane,
para después, cuando el tiempo discurra, volver a abrírtela de nuevo.
Sin embargo, yo no tengo esta concepción de los recuerdos. Pienso que
los recuerdos son como aviones de papel: que vienen y van, que lanzamos
en dirección al horizonte para no verlos más pero que más tarde vuelven a
nuestras desgastadas manos para recibirlos con una sonrisa, para
embriagarnos de la juventud que una vez vivimos, para demostrar lo
felices que fuimos en su día. Sí...
Son aviones de papel y tan frágiles como uno.
Christina.
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