domingo, 2 de septiembre de 2012

Retazo 26.

No soy creyente ni del destino, ni de la casualidad, y mucho menos de las promesas. Tres de estos elementos se les podría relacionar a la perfección con el cristal. Ser creyente del destino, de la casualidad y de las promesas, es como pretender no romper un objeto de cristal. Por mucho que lo intentes, por lo mucho que te esfuerces, por mucho que tengas cuidado, acabará rompiéndose.
El destino se rompe, la casualidad es disolvente, y las promesas acaban destruyéndose.

Los tres acaban conviertiéndose en nada.





 Christina.

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