Nuestro silencio ha terminado por alargarse el
tiempo necesario, provocando la ignorancia de las nuevas vidas que
hemos tomado. Sin embargo, sigo mirándote en ese silencio, en calma y
sosiego, sin que tú te des cuenta. Tampoco quiero que te des cuenta
algún día. Es más, desearía que jamás llegaras a darte cuenta. Aunque, a
veces, sé que tú también me miras, con demasiado disimulo para no
delatarte, pero sé que lo haces. No
importa si por miedo, odio o inseguridad, no te atrevas a acercarte a
mí. Si te soy sincera, yo he dudado muchas veces. Unos días he pensado
en gritar tu nombre tan fuerte para que gires tu rostro hacia mí y
dedicarte la mejor de mis sonrisas, hacerte sentir esa seguridad que ya
perdiste conmigo, tenderte la mano para que no tengas miedo. Pero otras,
otras ocasiones me escondo y sigo caminando, sigo dejándote atrás, pero
me detengo, y me formulo millones de preguntas cuyas respuestas solo
llegarán cuando pase más tiempo.
¿Cogerás mi mano algún día?
Christina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario